FORMACION PROFESIONAL

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El /la  educadxr democráticx no puede negarse el deber de reforzar, en su práctica docente, la capacidad crítica del educandx, su curiosidad, su insumisión.

UN POCO DE HISTORIA

En épocas remotas, el humano tuvo la preocupación de aprender y hacer sus   propios   utensilios   y   bienes   con   el   sentido   de   la   sobrevivencia.
Generalmente las tareas a desarrollar eran las mismas que la de sus  antecesorxs, por lo tanto, el aprendizaje era meramente intuitivo, por observación, imitación e iniciativa personal.
En la Edad Media, el/la maestrx enseñaba el oficio a sus educandxs, los cuales a través del tiempo y la experiencia iban convirtiéndose, primero en trabajadorxs idónexs y luego en maestrxs. Los métodos de transmisión de conocimientos eran asistemáticos, donde cumplía un papel preponderante en el aprendizaje la observación y la imitación.


Con el advenimiento de la Revolución Industrial cobraron importancia los términos industria, oficio y comercio. De este modo se tomó como bandera el "cambio" para poder sobrevivir o crecer, dejándose de lado la "permanencia". La inserción de la máquina dejó de lado la fuerza física  y exigió para éste un conocimiento manipulativo de las mismas. Por lo tanto, el conocimiento de un oficio sería más profundo y no soto limitado a la imitación y observación.
 
La transferencia de conocimientos que realizaban maestrxs o padres/madres ahora era ejercida por las fábricas, que daban al obrero/a una sencilla capacitación para el uso de máquinas que en la actualidad nos resultarían más que simples.
A medida que aumentó la complejidad de las maquinarías, la capacitación debía ser ejercida por personas más profesionalizadas, función ésta que escapaba a la órbita de tas fábricas. Allí surge la formación de escuelas capaces de formar la mano de obra requerida.
 



Sobre la década del '40, el Estado peronista lleva a cabo la creación del sistema de Educación Técnica oficial, que vino a recoger y articular procesos político-culturales más amplios.
 
Surge de éste modo, a fines del siglo XIX, las primeras escuelas de artes y oficios, para enseñar sistemática y ordenadamente oficios y ocupaciones en el área industrial, comercial y agrícola.
 
Estas escuelas de formación profesional capacitaban a las personas meramente en contenidos programáticos para ejercer el trabajo y aumentar el rendimiento laboral y productivo. Sólo satisfacían el carácter meramente económico de las fábricas o empresas. La formación profesional tenía el objetivo limitado de adecuar al estudiantx para el trabajo y por el trabajo. El estudiantx adquiría un bagaje de conocimientos limitado a su área de trabajo, se restringían las prácticas educativas tendientes a ampliar la visión del individuo respecto de sí mismo, de la comunidad y del mundo. Prevalecía en esa época el concepto de entregar al mercado laboral por parte de la formación profesional sólo personas adiestradxs para el trabajo, es decir, se preparaban profesionales y no hombres/mujeres.
 
Entre los años 1943 y 1955 se presentó en el espacio educativo argentino un nuevo proceso: la ampliación del viejo sistema de capacitación técnica oficial y la creación de nuevas alternativas dentro del mismo, con cursos de pre-aprendizaje en el nivel primario, las escuelas-fábricas y las escuelas industriales de la Nación en el nivel medio y abarcando hasta el nivel universitario con la Universidad Obrera Nacional.
 
El avance tecnológico, científico y d las ciencias sociales mostraba que la mera instrucción del estudiantx ya no satisfacía los reclamos de la una sociedad dinámica y en transición. La escuela debió entonces adaptarse a las circunstancias y ejercer una formación más integral, para que el  pudiera desarrollar a pleno todo su potencial como tal.
 



En éste caso la formación profesional no sólo daría al aprendiz el adiestramiento de las operaciones propias al oficio sino además el perfeccionamiento de su personalidad.
Dentro de la perspectiva citada, debe entenderse a la formación profesional como un proceso educativo con un conjunto de objetivos tales como profesionales, intelectuales y morales.
 
Todos los esfuerzos se orientan entonces hacia un sistema de enseñanza que lleve a los educandxs hacia una formación integral, capaz de salir de la escuela con los instrumentos necesarios para su adecuación en la sociedad, posibilitando a éste acompañar la evolución social y ajustarse a la misma.
 
En la actualidad la formación profesional tiene por objetivos descubrir y desarrollar aptitudes humanas para una vida activa productiva y satisfactoria, mejorar las aptitudes individuales para comprender individual y colectivamente todo lo concerniente a las condiciones de trabajo y el medio social.
 
LA FORMACIÓN PROFESIONAL EN LA ARGENTINA

 
El peronismo había sido capaz de dar una respuesta satisfactoria a un problema bastante silenciado hasta ese entonces: la relación educación-trabajo. 
 
Con la caída de Perón en septiembre de 1955 se intervienen los organismos creados y se abren nuevos debates acerca de la educación técnico-Profesional, hasta que el 15 de noviembre de 1959 se crea el CONET que tenía la responsabilidad nacional de la dirección, supervisión y organización de la educación técnica y la formación profesional.
 
Fue precisamente el CONET quien la introdujo y difundió en la década del '60 en nuestro país. En ese momento se la denominaba Formación Profesional Acelerada, (F. P. A.).
 
Las primeras acciones de Formación Profesional en la provincia de Buenos Aires dieron comienzo a partir del dictado del primer curso de Formación de Instructores que finalizó el 20 diciembre de 1974, durante la gestión de la Prof. Elsa Blanca Dattolí de Angiada al frente de la Dirección de Enseñanza Técnica y Vocacional.
 
Posteriormente, en mayo de 1975, se da comienzo al desarrollo de las primeras acciones con la afectación por comisión de servicios de 13 docentes de educación técnica, egresados del primer curso de Formación de instructores.
 
En esta primera estructura, la división de tareas y funciones era:
 
Un instructor afectado al dictado de cursos de Formación de Instructores y a la supervisión de la elaboración de programas, tres instructores afectados a desarrollo territorial y programación y los nueve instructores restantes afectados específicamente a la elaboración de programas.
 
Las primeras especialidades que se desarrollan son:
 
Máquinas Herramientas
Carpintero de Obra
Albañil
Cloaquista
Mecánico Agrario
Mecánico Diésel
Dibujante
Electricista de Obra
Electricista de mantenimiento
    Cuero
    Cerámica
    Sastrería
    Rectificador
    Soldador por arco
    Gasista
    Plomero
    Mecánico de Automotores y Ajustador Manual.



 
En ese mismo mes de mayo de 1975, se comunica oficialmente el plan de trabajo para estas primeras acciones que darían inicio en 35 distritos de la provincia.
 
Estas acciones de capacitación dan comienzo oficialmente y se desarrollan durante todo el año 1975, funcionando como cursos individuales y dependiendo del recientemente creado Departamento de Formación Profesional, que comenzó funcionando en Avda. 7 y 33 de La Plata, que centralizaba la planificación y administración de los mismos.
 
Luego comienzan a crearse los primeros centros de capacitación, denominados Unidad de Formación Profesional, que dependían del mencionado Departamento de FP contemplado en la estructura de la Dirección de Enseñanza Técnica.
 
Posteriormente se crean cuatro Centros Regionales de Formación Profesional que convivían con la Unidades de FP, y ya en el año 1984, Formación Profesional pasa a depender de la Dirección de Adultos.
 
En el año 1987 se reordena esta dirección y pasa a denominarse Dirección de Formación Profesional y Extensión Educativa, entendiendo en la educación del adulto, a la Formación Profesional como eje en la formación del adulto desde la experiencia y el desarrollo laboral.
 
En esta etapa se redacta la normativa que regula el funcionamiento de la Formación Profesional y queda implementada a través de la Resolución 68 del año 1987.
 
En el año 1994, a partir de la transferencia de escuelas de la nación a las provincias, se incorporan a la D.G.C. y E. los Centros de Formación Profesional y las Escuelas Monotécnicas dependientes del CONET.
 
Finalmente, y en otra etapa de la construcción del sistema educativo de la provincia, queda la denominación de Dirección de Adultos y Formación Profesional, hasta el año 2007 cuando se implementa la Ley Nacional de Educación Técnico Profesional 26.058.
 
Hoy, en el ámbito de la Subsecretaría de Educación, se encuentra la Dirección Provincial de Educación Técnico Profesional de la dependen la Dirección de Educación Agraria, la Dirección de Educación Técnica, la Dirección de Formación Profesional y la Dirección de Promoción y Desarrollo de la Educación Técnico Profesional.
 
La Formación Profesional instituida en la Argentina se centró en los  adolescentes mediante el aprendizaje de oficios universales, para lo cual las instituciones crearon la infraestructura apropiada, construyendo y equipando centros con características semejantes a las empresas y apoyándose en ellas para realizar etapas productivas contempladas en los programas formativos.
 
Estos cursos se dictan en horarios diurnos. En horarios vespertinos y nocturnos, los Centros de Formación Profesional centraron su tarea hacia los adultos, para complementar, perfeccionar y especializar a los trabajadorxs. En un primer momento los cursos se referían a oficios universales y simples, tales como tornería, electricidad, carpintería, mecánica y otros relacionados con la industria.
El dinamismo social y económico hizo cambiar el enfoque de la Formación Profesional, generándose cursos hacia las actividades comerciales, de servicios, y posteriormente la rama agropecuaria.
Las instituciones de formación profesional en la actualidad deben responder de manera eficiente y eficaz a las demandas reales, económicas y sociales de la comunidad, y no se limiten simplemente a impartir formación sólo en aquellas áreas para las que dispone capacidad instalada.
Los procesos formativos no pueden ignorar que el trabajo, como técnica, es el resultado de la aplicación de principios científicos, y si las acciones se dirigen exclusivamente al aprendizaje de competencias específicas, cuyos fundamentos científicos y tecnológicos no son comprendidos, la formación resulta un simple adiestramiento que no configura un aprendizaje real, pues la inteligencia del trabajo es parte integrante de la propia definición de la actividad productiva.